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martes, 27 de abril de 2010
Anthony Gonzalez
Sobre la leucemia
La leucemia es un tipo de cáncer que afecta a los glóbulos blancos de la sangre.
Normalmente, los glóbulos blancos defienden al cuerpo de las infecciones y lo protegen de las enfermedades. Pero en la leucemia, los glóbulos blancos se vuelven cancerosos y se multiplican en circunstancias en las que no deberían, produciendo en consecuencia una elevada cantidad de glóbulos blancos anormales, que después interfiere con el funcionamiento de los órganos.
Si se producen demasiados linfoblastos (un tipo de glóbulos blancos), un niño desarrollará leucemia linfoblástica, o linfoide, aguda. Este tipo de leucemia afecta a cerca de un 60% de los niños con este cáncer. Los niños de 2 a 8 años son los más frecuentemente afectados, pero todos los grupos de edad pueden desarrollar la leucemia linfoblástica aguda.
Signos y síntomas
Todos los tipos de leucemia, por lo general, tienen los mismos síntomas, que incluyen:
* fatiga y debilidad
* ganglios linfáticos agrandados
* infecciones recurrentes (como bronquitis o tonsilitis)
* fiebre
* aparición frecuente de moretones o petequias (pequeñas manchas rojas en la piel causadas por un estado hemorragico)
* dolor óseo y de las articulaciones
* dolor abdominal (causado por una acumulación de células sanguíneas en órganos como los riñones, el hígado y el bazo)
Diagnóstico
Los subtipos de leucemia linfoblástica aguda se clasifican según el aspecto que presentan las células cuando se observan por el microscopio. Si un médico sospecha que un niño puede tener leucemia, posiblemente indicará la realización de las pruebas siguientes:
* Análisis de sangre. Pruebas como un hemograma completo, el análisis de la función renal y hepática y la bioquímica de la sangre pueden dar una información importante sobre la cantidad de células sanguíneas normales en el cuerpo y el funcionamiento de los órganos. Las células sanguíneas se examinarán también bajo el microscopio para comprobar si existen formas o tamaños anormales, y determinar qué tipo de leucemia linfoblástica aguda tiene un niño.
* Aspiración de médula ósea. En este procedimiento el médico inserta una aguja en un hueso grande, generalmente la pelvis, y extrae una pequeña cantidad de médula ósea para examinar si contiene células anormales.
* Pruebas de diagnóstico por imágenes. Estos estudios incluyen radiografía, tomografía axial computarizada (TAC), resonancia magnética y ecografía, y se utilizan para comprobar si el bazo o el hígado están agrandados y también para descartar otras causas que podrían estar provocando los síntomas del niño.
* Punción lumbar. Este procedimiento, conocido también como punción raquídea, utiliza una aguja hueca para extraer una pequeña cantidad de líquido cefalorraquídeo (el líquido que rodea el cerebro y la médula espinal) para analizarlo en un laboratorio. Los glóbulos blancos cancerosos pueden acumularse en esta zona.
* Pruebas de citometría de flujo. Analizando las características de las células cancerosas, los médicos pueden determinar el tipo de leucemia que tiene un niño. Esto es importante, porque los tratamientos varían para los distintos tipos de leucemia.
* Pruebas cromosómicas. Analizando el ADN de la sangre o de la médula ósea de un niño, los médicos pueden comprobar si se han producido los cambios genéticos característicos de los distintos tipos de leucemia linfoblástica aguda. Esto es importante porque los tratamientos pueden variar según el subtipo.
Gracias a los avances en los tratamientos y los ensayos clínicos, las perspectivas para los niños con leucemia linfoblástica aguda son esperanzadoras. Con tratamiento, se cura un 85%.
Causas
La causa que provoca la leucemia linfoblástica aguda no se conoce. Sin embargo, hay ciertos factores de riesgo que podrían incrementar la probabilidad de que un niño la contraiga.
Los niños con un gemelo idéntico al que se le haya diagnosticado la enfermedad antes de los 6 años tienen entre un 20% y un 25% de probabilidades de desarrollar leucemia linfoblástica aguda. Los mellizos y otros hermanos de niños con leucemia tienen también un riesgo entre dos y cuatro veces mayor que la media de contraer esta enfermedad.
Los niños que han heredado ciertos problemas genéticos (como el síndrome de Li-Fraumeni, el síndrome de Down, el síndrome Klinefelter, la neurofibromatosis, la ataxia telangiectasia o la anemia de Fanconi) también tienen un riesgo mayor de desarrollar leucemia, al igual que los que toman medicamentos supresores del sistema inmunitario después de un trasplante de órganos.
Los niños que han recibido radiación o quimioterapia por otros tipos de cánceres tienen también un riesgo mayor, generalmente en los 8 primeros años de tratamiento.
En la mayoría de los casos, sin embargo, ni los padres ni los niños tienen control alguno sobre los factores que desencadenan la leucemia. Los estudios actuales están investigando la posibilidad de que algunos factores ambientales puedan predisponer a un niño a desarrollar la enfermedad. Por ejemplo, la exposición prenatal a radiaciones (como rayos X) puede desencadenar la enfermedad en un feto que se esté desarrollando. Las mujeres embarazadas (o las que sospechan que pueden estarlo) deben informar a su médico antes de someterse a pruebas o procedimientos médicos que impliquen radiación.
Tratamiento
La mayoría de los niños con leucemia linfoblástica aguda se tratan con quimioterapia (fármacos especiales para matar células cancerosas). Los fármacos utilizados y la combinación de ellos dependerán del subtipo de leucemia linfoblástica aguda y de lo agresiva que sea la enfermedad.
La quimioterapia puede administrarse por vía intravenosa, intramuscular y por vía oral, como una pastilla. En la quimioterapia intratecal, se utiliza la punción lumbar para administrar fármacos quimioterapicos directamente en el líquido cefalorraquídeo, donde pueden acumularse células cancerosas.
Tras empezar el tratamiento, el objetivo es la remisión (cuando ya no existen más signos de células cancerosas en el cuerpo). Una vez se produce la remisión, la quimioterapia se utiliza para mantenerla.
La quimioterapia de mantenimiento se administra en ciclos a lo largo de un período de 2 a 3 años, para evitar la recurrencia del cáncer. La leucemia reaparece casi siempre (recidiva) si no se administra esta quimioterapia. A veces el cáncer vuelve a aparecer a pesar de mantener la quimioterapia, y es necesario administrar otros tipos de quimioterapia.
Algunas formas más agresivas de leucemia linfoblástica aguda podrían requerir un trasplante de células madre (también llamado trasplante de médula ósea). Este procedimiento implica la destrucción de las células cancerosas junto con las células de la médula ósea y del sistema inmunitario mediante altas dosis de quimioterapia, y después la reintroducción de células madre de un donante sano. Estas nuevas células madre pueden volver a formar sangre sana y regenerar el sistema inmunitario.
Cuando un niño precisa un trasplante de células madre, los médicos realizan una prueba (llamada tipeado de tejido o tipado de HLA; human leukocyte antigen, antígeno leucocitario humano), para encontrar un donante de células madre adecuado. Consiste en comparar las proteínas de la superficie de las células sanguíneas del niño con las proteínas de las células del posible donante. Cuanto más "marcadores de HLA" tengan en común el niño y el donante, mayores serán las posibilidades de que el trasplante tenga éxito.
Afrontar la situación
Recibir la noticia de que un hijo tiene cáncer puede ser una experiencia aterradora, y el estrés del tratamiento puede resultar abrumador para cualquier familia.
Aunque a veces se lo pueda parecer, no está solo. Si desea conocer con qué sistemas de apoyo pueden contar usted y su hijo, consulte a su pediatra o a un asistente social del hospital. Hay muchos recursos que pueden ayudarle a atravesar este difícil momento.
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